martes, 29 de octubre de 2013

LA ROSA DEL DESIERTO

 
 
Era pequeña. Claro, que en el desierto todo es pequeño, sólo el desierto es grande. Pero era, además, pequeña porque no era lo suficientemente grande para que alguna persona se hubiera fijado en ella con la intención de llevársela consigo.

Había vivido siempre en comuna. Los humanos se habían llevado a todas sus hermanas y, cada vez que había visto a cada una de ellas elevarse en las manos de alguna persona, sufría profundamente la pérdida de lo que eso suponía.

—¡Somos de la misma arena! — gritaba entonces, pero parecía que no oían su voz. Los humanos ni siquiera se volvían.

Había quedado rodeada de miles, cientos, millones, billones…, bueno, casi infinitos granos de arena. Ellos, cuando la veían triste, solían decirle:

—Pero si nos tienes a nosotros…

—No es lo mismo —contestaba la rosa del desierto.

—¿Por qué dices eso? Tú sabes que estás hecha de lo que somos nosotros.

—Eso sí. Pero no es lo mismo.

—Pues no lo entendemos —decían siempre al final de la conversación los granos de arena.

Y la rosa del desierto quedaba triste, repitiéndose para sus adentros, con absoluta convicción, “no es lo mismo, no es lo mismo”, mientras intentaba averiguar por qué. Y, aunque no lo lograba, de una cosa estaba segura: no era lo mismo.

—¿Por qué no os agrupáis unos cuantos de vosotros? — dijo un día la rosa del desierto a unos cuantos granos de arena.

—¿Para qué? —preguntaron ellos.

—A lo mejor así ya no me siento tan sola.

Y los granos de arena, viéndola tan triste, se pusieron manos a la obra. Se abrazaron algunos entre sí con fuerza, se subieron otros encima, y no pararon hasta formar una pequeña masa compacta de arena.

—No es lo mismo… —dijo la rosa.

Ninguno de los granos de arena dijo nada. Lo cierto es que no podían hablar por el esfuerzo tan grande que les suponía intentar mantenerse unidos.

De repente, uno de ellos, haciendo un esfuerzo extraordinario, y con la voz entrecortada por la tensión, logró pronunciar:

—¿Por qué no es lo mismo?

—¡Por esto! —entonces, la rosa del desierto sopló levemente el grumo de arena, y los granos se separaron de nuevo.

—¡Jo! Es que tú nos lo pones difícil.

—¡No os lo pongo difícil! Yo sólo os demuestro que lo que digo es cierto.

—Oíd —dijo un grano de arena—, yo también creo que no es lo mismo.

—¿Síííí? —preguntó, sorprendido, otro grano de arena.

—¡Sí!

—Yo también lo creo —añadió otro.

—¿Y por qué no es lo mismo? —dijo un tercero, que había estado callado hasta entonces.

Todos quedaron en silencio, intentando descubrir el porqué de aquello que cada uno sentía como cierto, pero a lo que ninguno lograba dar explicación.

Y pasó una noche, y un día y otra noche y otro día y otra noche. Y, según amanecía el tercer día, la rosa del desierto vio, a lo lejos, una figura humana que se acercaba.

—¡Hey! Mirad —dijo la rosa del desierto a los granos de arena, que seguían meditando.

Ninguno se inmutó.

Entonces, la rosa pensó: “Total, qué más me da compartir con ellos, si no son lo mismo”.

A medida que la figura se acercaba, iba tomando forma para la rosa del desierto.

Lo primero que advirtió fue que se trataba de un pequeño humano, luego vio que tenía el pelo revuelto. Cuando ya estuvo muy cerca, la rosa del desierto se dio cuenta de que era un niño.

—Hola —dijo el niño, sentándose, con las piernas cruzadas, frente a ella.

La rosa del desierto no dijo nada.

—¡He dicho hola! ¿Por qué no me contestas?

—¡Cómo si pudieras escucharme…!

—Pues claro que puedo escucharte.

—¡¿Cómo?! —exclamó la rosa, entre asombrada y encantada.

—¡He dicho que claro que puedo escucharte!

—¿Por qué puedes escucharme?

—Porque te oigo.

—¿De verdad?

—Ya te lo he dicho. Me parece que estás un poco sorda.

—Perdona. Es que... es que... —titubeó la rosa del desierto.

—¿Es que qué?

—Es que pareces una persona.

—¿Y qué? —preguntó, asombrado, el niño.

—Que las personas no me oyen.

—Pues yo soy una persona y sí te oigo.

—¡Vaya, vaya!

—Vaya, vaya —repitió el niño.

—¿Y tú por qué me oyes? —preguntó la rosa del desierto.

—Pues porque tú me hablas. ¡Qué pregunta más tonta!

—No. Quiero decir, ¿por qué si los demás no me oyen, tú sí?

—A mí me parece que ésa pregunta está equivocada —dijo el niño.

—¿Una pregunta equivocada?

—Sí.

—Qué tontería —dijo, con cierto desprecio, la rosa del desierto.

—¿Por qué te parece una tontería? —preguntó el niño.

—Las preguntas no pueden estar equivocadas, sólo las respuestas.

—Las preguntas y las respuestas, las dos pueden estar equivocadas. Y tú también lo estás.

—A ver —dijo la rosa del desierto—, ¿por qué mi pregunta está equivocada?

—Que yo te oiga es lo lógico. ¿No te parece que lo que deberías hacer es preguntarles a ellos por qué no te oyen?

—Pues no.

—¿No qué?

—Que no me lo parece.

—¿Por qué no?

—¿Pero es que no te das cuenta? ¡Porque no oirían mi pregunta!

—Pues entonces se me ocurre una idea —dijo el niño.

—¿Cuál? —preguntó, entusiasmada la rosa.

—No les preguntes nada.

—¡Pues vaya! ¿Y entonces cómo me entero?

—Pregúntatelo a ti misma.

—¡Pregúntatelo tú!

—¡Vale! —Y el niño cerró los ojos para hacerse la pregunta. Al cabo de un rato, los abrió de nuevo—. ¡Ya lo tengo!

—¿Ya lo sabes?

—Creo que sí.

—¡Cuéntamelo, cuéntamelo! —le rogó la rosa del desierto.

—Ellos creen que tú no hablas.

—¡Pero eso es mentira! —dijo, la rosa del desierto, algo enfurruñada.

—Claro que es mentira. Pero como ellos creen que es verdad, no te oyen.

—Pues no lo entiendo... Porque yo les grito un montón.

—¡Pero eso es igual! Tú no sabes cómo son las personas…

—Tú eres una persona.

—Ya. Pero no soy como ellos.

—¿Por qué no? ¿Porque eres más bajito?

—¡No soy bajito! —dijo el niño, poniéndose inmediatamente de pie—. Sólo soy pequeño —y, mirando a la rosa del desierto con atención, añadió—, como tú.

—¡Es lo mismo!

—Claro que no es lo mismo.

—¿Ah, no? ¿Y qué diferencia hay?

—Pues yo soy pequeño porque he nacido hace menos que los mayores, y aún estoy creciendo.

—¿Y llegarás a ser grande como ellos?

—Claro que sí. ¡Y a lo mejor aún más grande!

La rosa, de repente, fue sacudida por una oleada de tristeza.

—Yo soy pequeña. Por eso no tengo amigas.

—Pero tú eres más grande que todos los granos de arena que hay por aquí.

—Ya... Pero no es lo mismo.

—¿Por qué no?

—¡No lo sé! — y, al cabo de un rato, preguntó— ¿Tú lo sabes?

—¿El qué?

—Por qué no es lo mismo

—Sí lo sé.

—¿Me lo dices?

—Bueno, si quieres, te pondré un ejemplo. Es como los mayores que no te oyen.

—Pues no lo entiendo.

—¡Sí! Es muy fácil. Ellos no te oyen porque creen que no puedes hablar.

—¿Y qué?

—Pues que no es lo mismo porque tú crees que no es lo mismo.

—¿Y tú crees que es lo mismo?

—Sí.

—¿El qué?

—Todo.

—¿Todo?

—Sí. Todo —afirmó el niño.

—¿Todo es lo mismo?

—Sí. Aunque hay diferencias.

—Pues no te entiendo.

—Las diferencias existen cuando alguien cree que no es lo mismo. Por eso para ti hay diferencia entre tú y los granos de arena.

Entonces, uno de los granos de arena, que no había parado de pensar en los tres últimos días y sus noches, voló suavemente hasta la rosa del desierto y se quedó adherido a una esquinita de uno de sus pétalos.

—¡Uy! Otro más —, dijo la rosa del desierto.

—¿Sabes quién es? —preguntó el niño.

—Sí. Es un vulgar grano de arena.

—¿Le conoces?

—Hemos hablado...

—¿De qué?

—Él decía que era lo mismo que yo, el muy tonto. Yo le decía que no, pero no lo comprendía.

—¿El qué? —preguntó el niño.

—Que no somos lo mismo.

—¿Sabes qué? —dijo el niño— Tú, además de ser muy ilógica, estás más ciega que sordas las personas.

—¿Cómo te atreves a decirme eso?

—¿Qué te crees que eres tú?

—Una rosa del desierto.

—¿Y qué crees que es una rosa del desierto?

—No pienses que no lo sé…

—¡Pues dímelo!

Entonces, la rosa, según fue a hablar, se dio cuenta de que no tenía nada que decir.

—Has sido muy altiva con los granos de arena, pequeña rosa del desierto —dijo el niño—. Y no te has dado cuenta de que si existes es porque ellos te entregan su vida.

La rosa buscó el grano de arena que se había adherido a ella y no logró distinguirlo. Había perdido su identidad.

—Lo siento —dijo, mirando al niño.

—No te preocupes. El te ha enseñado quién eres. Ya sabes que lo que eres tú ahora es gracias a él.

—Sin él no sería lo mismo.

Entonces, otro grano de arena pensativo salió volando, de nuevo, hasta la flor del desierto, y se quedó inmóvil en una diminuta hendidura de uno de sus pétalos. La rosa del desierto y el niño lo miraron.

—¿Te das cuenta de lo que hacen? —preguntó el niño.

—No estoy segura...

—Están perdiendo su identidad para que tú seas cada vez más grande.

La rosa, entusiasmada, miró entonces a los granos de arena, que seguían pensando, y les llamó:

—¡Chicos, chicos, despertad! ¡Ya tengo la respuesta!

Todos miraron a la rosa del desierto con expectación.

—Somos… ¡Somos lo mismo! —gritó, entusiasmada.

—¿Por qué? —preguntaron desconcertados todos los granos de arena a la vez, mientras uno de ellos se fusionaba, imperceptiblemente, en una hendidura lateral de la rosa del desierto.

 

Graciela Bárbulo
www.gracielabarbulo.com

 

martes, 15 de octubre de 2013

Cómo pasar de la conciencia del humano a la Conciencia de Ser.


El humano no puede descubrir la Realidad porque todo lo percibe con respecto a sí mismo.

El Ser percibe la Esencia, Lo Que Es: La Realidad.

Por lo tanto, alcanzar la experiencia de Ser requiere abandonar la percepción subjetiva del humano; es decir, el juicio.

El Ser percibe Lo Que Es desde “eso” mismo que Es. Se expande hasta aquello que está observando, y lo percibe desde la Esencia misma de “eso”.

Siempre que percibimos una cualidad, estamos en el juicio, por lo tanto, en la dualidad.

Si somos capaces de abandonar nuestro juicio con respecto a lo percibido, nos adentramos de inmediato en “ello”. En ese momento estamos en el Ser, y descubrimos que somos la Esencia de cada cosa y del conjunto de todas ellas. Descubrimos que todo constituye una unidad, incluido el “yo”.

Muchas personas creen que la única realidad existente es la que perciben desde sus sentidos. Esto sucede porque no han salido del “lugar relativo”, es decir, “la percepción con respecto a mí”.

Pero en el momento en que abandonas el “respecto a mí”, queda la Percepción Pura.

Y en ésta Percepción Pura nos convertimos en el perceptor, en lo percibido y en la suma de ambos. Es decir, al percibir con el Ser no se produce una traslación, sino una expansión que logra englobar ambos extremos.

Esta experiencia nos lleva a la Consciencia de que todo lo que hemos considerado realidad es “percepción de la forma” (forma que, por cierto es personal y relativa), y la Verdadera Realidad subyace a la percepción. Esta Realidad es eterna y multidimensional.


Observa, simplemente observa, sin sentirte a ti mismo. Y mantente… Entonces, de repente, en un momento dado, te habrás trasladado hacia lo observado, pero sin abandonar tu “yo”.

Cuando esto te ocurra, lo que realmente te estará sucediendo es que Estás en el Ser. Reconocerás que ésta Es tu Verdadera Naturaleza. Y entonces toda tu expresión sucederá a través de Él.

Graciela Bárbulo
15/10/13



jueves, 10 de octubre de 2013

Solipsismo y Advaita


Llevo tiempo dándole vueltas a dos corrientes filosóficas: El “advaita” y el “solipsismo”. La esencia del advaita se basa en que todos somos Uno. Según el solipsismo, todo es Yo.

Pues bien, últimamente, en mi interior he estado conectando con la filosofía del solipsismo. Y aunque esta conexión era natural, me dejaba en una situación bastante gélida. Sin embargo, me niego a que mi mente humana interfiera a fin de complacerme con otra idea que me resulte más amable (cosa absurda, por otro lado). En su lugar, espero la información Superior. No quiero razonar y llegar a conclusiones. Quiero “Saber”.

Hace poco canalicé una información que me dejó algo trastocada. En ella se me decía que todo es creado por mí. Fantástico. Era coherente, pero me produjo cierta incomodidad, ¿quiere eso, entonces, decir que “soy sola”?

En fin. Transcribí la información como de costumbre, y, aunque algo inquieta, la llegué a compartir en mi blog. Acto seguido, salí a cenar con gente. Pero un malestar interior me rondaba. Todo lo que sucedía en torno a mí me resultaba agresivo. “¿Por qué, si todo es “yo”, no puedo cambiar estos inputs molestos?” Algo estaba mal, tenía que volver a mi texto y comprobar de qué se trataba.

Lo hice. Lo leí de nuevo y comprendí. Lo que estaba allí plasmado era correcto, pero… ¡No era todo!

Pedí, de nuevo, Conexión, y una vez me puse a Canalizar. Toda la verdad sobre este asunto vino a mí. Incluso antes de comprenderla me comencé a sentir bien, completa, y feliz, muy feliz.

La conclusión era que “ambas filosofías son correctas, pero No son excluyentes”. Este fue el mensaje de la transmisión. Al recibir esta idea, me senté e intenté corregir el texto, pero me resultó imposible. Ese texto estaba acertado, no había nada que corregir, simplemente constituía sólo un aspecto de la información. En él se reflejaba la “realidad” que definía el solipsismo (Todo es Yo), frente a “La Realidad”, en la que Todos Somos Uno (advaíta). 

En definitiva, la trasmisión fue la siguiente:

“Todos, como uno, en un nivel de vibración Superior al humano, somos Uno. Pero cada uno (humano) es creador de su propio universo, y por lo tanto su dios”.

Es decir, en este caso el universo y “yo” somos uno. He aquí las dos vertientes, solipsista y advaíta integradas. Resultó que se definían en diferentes niveles de conciencia.

“Así que “todo es verdad”. Sólo depende del ángulo de visión desde el cual enfoques tu conciencia”.

Lo que, en primera instancia, había recibido se basaba en la siguiente información:

“Tú eres todo lo que existe en tu mundo”.

Me pareció perfecto. Puesto que entonces yo no sería víctima nunca; ésta premisa me daba la opción de modificar, generar, cambiar lo que fuera de la vida. Pero, de nuevo surgió la inquietante pregunta… ¿Soy sola?

“Desde este punto de vista, sí, Eres sola”.

La propuesta para tomar conciencia de esta idea era “alejar el zoom” de las circunstancias de nuestra vida. Irlo alejando cada vez más hasta que sintiéramos que todo ello, todo lo que constituía nuestra aparente realidad se iba alejando hasta desprenderse de nosotros. Luego, cerrar los ojos y percibir qué era lo que permanecía. Entonces, sí, quedaba sólo la Esencia, el Yo. De manera que cuando cerraba la atención, todo lo creado desaparecía porque mi mente lo había soltado, y cuando los abría, mi mente proyectaba de nuevo toda esa realidad. De este modo, Yo Estaba Completa en Esencia, como Yo, en mí misma, pero cuando “creaba” el mundo, ese mundo Era, no mío, sino mi Esencia DIVERSIFICADA, era parte del Yo mismo. Así que siempre era Yo, cuando no había nada más, y cuando existía todo un universo. Por lo tanto todas y cada una de esas cosas que percibía ajenas a mí, eran mi Esencia. Eran mi Yo expandido.

Por un lado, no sólo me parecía lógico, sino que comprobaba que era cierto. Sin embargo, "yo" Sé que existe alma tras cada ser. Yo Sé que existe esencia divina en cada vida. Tal vez soy responsable de circunstancias, pero no de las personas que me miran y miro a los ojos cuando veo en ellas a Dios.

Entonces, pedí información al siguiente planteamiento: “Sé que cuando miro a los ojos de otra persona veo a Dios, pero a quien encuentro que veo es a mí misma”. Y la transmisión siguió ayudándome.

“Perfecto, te ves a ti misma, pero no a esa “tú” individual. Te ves a ti misma en la fusión con esa persona, en esa vibración en la que “el Tú” y “el Yo” son Uno. Y en su divinidad, a través de tu divinidad, percibes La Divinidad. Así es que ambos sois, más sutilmente, Uno sólo, y es a ese Uno al que percibes cuando vibras así, por eso sientes que le percibes a él, a ti en él y a Dios, porque en ese momento las tres cosas se han conjugado en tu Conciencia”.

“Y eso no lo has logrado tú. Eso “Es”. Lo que tú haces es tomar contacto con Ello. Es decir, lo que logras es elevarte por encima del humano creador de un mundo ilusorio para percibir Lo Que Es, La Realidad”.

“Cuando esto sucede, el mundo creado deja de existir. Es por ello que puedes conectar con Tu-Su-La Esencia. En el momento en que te enfocas en tu creación, tu DIVERSIFICACIÓN te impide la concentración en el Ser necesaria para estar en contacto con esta dimensión elevada. Cuando tú percibes a Dios en el otro, tú no eres parte de un mundo ilusorio creado por ti; entonces, tú eres Tú, Esencia, Ser”.

En consecuencia, Yo soy:

-          Sola: En tanto que humano creador de un mundo ilusorio personal.

-          Una con Todo lo Creado: En tanto que Esencia Divina.

Es así que Todos Somos Uno. Y dependiendo del nivel en el que te vivas, o bien creas un mundo de emoción y mente alrededor, que cobra vida e interactúa contigo, o bien te limitas a “Ser” y tu mundo será La Realidad, siendo cada persona, asimismo, Esencia, Ser.

La primera opción define el solipsismo, y crea conflicto. La segunda, es advaíta, y define fusión inherente a toda vida.  

En conclusión:

Toda vida contiene la Chispa Divina. Todo ser que te encuentras tiene un alma y un espíritu, y en tanto que no formes sobre su realidad una imagen con respecto a ti, te estarás comunicando con Él. Al hacerlo, lo estarás haciendo también con esa parte de ti que es alma y espíritu. Y entonces, estarás viviendo La Realidad. Esta es la Verdad Divina.

Por lo tanto, si quieres estar sólo, diversifícate y crea tu mundo. Pero que sepas que existe la opción de “reintegrar” todo ello en la Esencia que Eres (de dónde se expandió) y, simplemente, Ser. Entonces estarás viviendo Lo Que Eres dentro de la Realidad que Es. Y en ese nivel de Conciencia, cada Ser que encuentres es Uno contigo.

Y cuando todos los Seres hayamos despertado a Quienes Somos, y “reabsorbido” nuestros mundos proyectados, entonces todos viviremos en La Realidad.

Y La Realidad es Amor, Paz, Equilibrio, Poder, Conocimiento, Benevolencia, Felicidad constantes. Por lo tanto, todo ello es lo que Es el Ser.

Somos lo que elijamos ser. Pero siempre hay una opción disponible, porque es infinita e intocable, y ésta es Ser Uno con Dios y, por lo tanto, con todos los otros hijos de Dios, nuestros Hermanos.

Esta opción es nuestra Naturaleza, nuestro Origen y nuestro Destino.  


Graciela Bárbulo
10/10/13

domingo, 6 de octubre de 2013

Ejercicio para acelerar el proceso del cambio hacia la vibración que Eres.


Me pides que te ayude a eliminar ciertas cosas de tu vida y agregar otras.

Fíjate que las que quieres añadir son la cara opuesta de las que quieres eliminar.

Quieres eliminar “lo que no es”, para agregar “lo que es”. Con ello quiero decir lo que pertenece o no a tu actual realidad vibratoria.

Eso que ahora está y no deseas, entró a formar parte de tu campo vital cuando tú estabas en un nivel de vibración inferior al actual. Tú lo atrajiste. Ahora no te nutre; es más de drena. Lo que te nutre es justo aquello que hubiera pasado a formar parte de tu realidad si no hubieras atraído “eso” que ahora vibra más bajo que tú, en la frecuencia que vibrabas en aquel tiempo que lo ingresaste. Pero en aquel momento no estaba visible como una opción, sino tras una serie de circunstancias que elegiste no vivenciar.

No te preocupes. Todo eso es una fantasía. Tiene un principio y un final. Deja de prestarle atención y, aunque siga en tu vida por un tiempo, se irá desactivando poco a poco. Notarás que deja de ejercer presión, que pierde poder.

Ahora bien, ¿qué pasa con lo que deseas atraer? Eso vendrá, y lo hará porque el lugar que deseas que ocupe es el que le pertenece por resonancia con tu vibración actual. Sin embargo, la espera es demasiado larga, ¿verdad? Tú vas más deprisa en tu evolución que la ilusión que has creado. Y sientes desesperación de estar cargando con algo que no te pertenece en el “ahora”.

Te voy a proponer un EJERCICIO para acelerar el proceso de cambio. De esa manera atraerás más rápidamente hacia tu vida la realidad que te pertenece, esa que está en armonía con tu vibración actual:


Visualiza un círculo. En él estará representado todo lo que compone tu realidad: tu visión de ti mismo, tu trabajo, tu casa, tu pareja, tus circunstancias más relevantes, tu salud, tu economía…. Presta atención a todas y cada una de esas cosas. Identifica cada una con un símbolo que la defina.

Ahora tienes un tablero con todas las fichas. Tú eres el tablero. Las fichas son los elementos que juegan en tu vida.

Escoge una ficha, la que represente la realidad que más te molesta. Cógela, en tu visualización, y sácala fuera de la línea que delimita el círculo que tú eres. Una vez fuera, visualiza cómo se diluye su figura. Desaparece. Y ahora, siente... ¿Cómo sientes tu vida sin la realidad que representaba esa ficha en ella? ¡Te has quitado un peso de encima! Siéntete sin ese peso… Cuando hayas completado la sensación de liberación, averigua qué quieres que haya en su lugar. ¿Te vale con quedarte así, o deseas algo en su lugar? ¿Se ha ido una persona nociva y te quedas conforme, es suficiente con eso, o deseas una persona bondadosa en su lugar? ¿Se ha ido una pareja tóxica y te quedas muy feliz en su ausencia, o deseas una pareja con la que vivir el amor, la empatía, la realización, con la que ser feliz?

Si deseas ingresar algo en su lugar, visualízalo. Pero antes estudia que desde el punto de vista espiritual sea Legítimo. Y, en este caso, lo legítimo se define básicamente por los siguientes principios:

-          No afecta el libre albedrío de otro.

-          Potencia el amor

-          Ofrece poder

-          Permite el desarrollo y la expresión.

Cuando lo tengas definido, visualiza su forma. Entonces, “eso” se convertirá en una imagen, y finalmente una ficha, que meterás dentro del círculo en el lugar de la que retiraste.

Ahora, recréate en sentirte con ello en tu vida. Respira, respíralo y siente…

Haz esto con todos los elementos, con cada ficha. Saca del tablero la carencia, e introduce la abundancia. Saca lo que bloquea, lo que impide, e introduce lo que aporta, lo que es afín en vibración.

(Al realizar este ejercicio, ten en cuenta que la carencia es un “algo”, es decir, si te falta dinero, si te falta amor, si te falta seguridad, no hay un vacío de eso, sino un “algo” que lo sustituye. Identifica qué representa esa carencia, conviértelo en ficha y sácalo fuera del círculo que te representa en la vida).

Todo lo que hay en tu vida responde a lo que tú fuiste en algún momento. El espíritu  evoluciona más rápido que la energía, que le sigue. La conciencia siempre crece más ligera que la proyección de su realidad. Lo que eres ahora está en vías de plasmarse, pero con éste ejercicio aceleras el proceso.

Si lo deseas y es legítimo, te pertenece, ya viene camino de tu realidad. Entonces, le puedes dar un impulso.

Lo que deseaste y no coincide con tu vibración actual se está alejando, pero si visualizas que el sitio ya está vacante, que ya se ha ido, acelerarás el proceso.

Es Legítimo este ejercicio. Te pertenece ver realizada la proyección de lo que Eres. El tiempo sutil se acelera y lo material no le sigue al mismo ritmo, por su vibración densa. Está bien, es correcto colaborar desde una dimensión superior para ver representado el resultado de lo que Eres.

Permite al Universo dar los pasos necesarios para reorganizar tu realidad desde lo que ahora representa hasta lo que has solicitado. Es posible que no siempre puedas interpretar correctamente los pasos que la naturaleza da, pero confía en que, independientemente de la apariencia que muestre, son los correctos, y al final estará tu tablero con las piezas elegidas para jugar una vida legítima, consciente y feliz.


Graciela Bárbulo
Canalizado: 06/10/13

jueves, 3 de octubre de 2013

¿Qué hay entre la Esencia y la forma?


 (Este texto no es una canalización. Es la transcripción de un estado de consciencia al que soy atraída).



Se me revela la Consciencia de la Esencia, y entonces todo se vuelve irrisorio. En este estado veo las capas que existen entre la Esencia (Lo-Que-Yo-Soy) y la forma material en cada momento.

Existen muchas películas (capas y argumentos) de proyecciones de la Esencia, de forma que, según en qué película, de todas ellas, actuamos, estamos en un nivel de profundidad/superficie u otro.

Desde la Esencia (potencial desde la Voluntad Pura), se expresa un aspecto o nivel determinado. Entre ella y el humano pueden existir varias capas. Unas son personales, otras grupales, otras sociales, etc.

La capa cero es anterior a ésta vida, es aquella con la que nos incorporamos a esta encarnación. Llega al mundo formando parte de nosotros. La reconocemos como “yo”, así que no vemos que es ajena a nuestra naturaleza esencial.

La primera capa es el conjunto de las consecuencias exteriores vividas y no trascendidas a título personal antes de crearnos una idea de nosotros mismos. Nos formamos con ella. Es muy pegajosa.

Las siguientes capas son grupales a escala individual, se definen en diferentes tipos de sectores según haya evolucionado la vida de la persona (familia, infancia, amigos, entorno adolescente, pareja, etc.).

Las últimas capas (varias de nuevo) son sociales, siendo la sociedad más de una, capas sobre capas (barrio, pueblo, ciudad, país…, todos ellos con costumbres adoptadas).

En cada una de ellas se desarrollan diferentes emociones, juicios… que se van acumulando y se añaden a las siguientes capas. Todos estos los incorporamos al “yo”, y es con todo ello que seguimos avanzando, considerándolo parte de nuestra identidad personal.


Pero definamos qué es una capa:


Una capa es, por un lado, un film, es decir, un algo transparente que tiene un ámbito de superficie y grosor, con un color o vibración determinados, que implica que, desde el “yo” hasta la Esencia, veamos a través de ella y, por lo tanto, lo hagamos con el “color/vibración” que ésta tiene.

Y, por otro lado, esta capa contiene un argumento. No es un algo estático, sino una “experiencia” que se completa en sí misma.


Entonces, experimentar una capa no implica sólo perder la visión auténtica de la Realidad, sino detenerse a experimentar las circunstancias que ésta capa/argumento implica, y hacerlo con las cualidades que hemos incorporado a nuestro ser (autoestima, desconfianza, temor, ambición...).

Toda creación consciente se realiza sobre lo ya creado en éstos ámbitos (por ej., amor, amistad, autoafirmación, etc.). La creación Real se realiza, trascendidas estas capas, sobre la Sustancia Universal, y esto es posible si no se observa a través de un deseo egoísta, o un concepto preconcebido, sino libremente, desde el deseo legítimo de expresión del propio ser dentro del film (o capa).


Cómo son estas capas:


Actuar a través de ellas es como llevar cristales sobre gafas. Es como mirar con gafas de colores a través de ventanas que están a diferentes distancias (en el espacio-tiempo), son de diferentes tamaños, grosor y color, y aunque se ubican ante nosotros, algunas sobresalen por  a los lados, pudiendo escapar de nuestro campo de visión.

Y ahora viene un dato importante: estas capas o filminas no son algo estático, tienen impresas “situaciones vivas”, situaciones que, al adentrarte en ellas, tú transitas en el espacio-tiempo.

Es decir, mirar a través de una de ellas no es hacerlo de manera estática/imparcial; implica involucrarse en el argumento que ésta capa “es”. Mirar más allá de ella es entrar en ella, vivenciarla, y entonces, desde el hecho de “ser eso que se está siendo allí”, mirar hacia el exterior. Lógicamente en este punto se ha perdido la imparcialidad, con lo cual no se puede ver la Realidad.

Por otra parte, estas capas no tienen distancia (real) entre ellas; al contrario, se superponen e interactúan, y eso hacemos nosotros cuando estamos vinculados con alguna de ellas, puesto que lo que aparentemente es una, en realidad es una serie de ellas vinculadas entre sí que, necesariamente, tendremos que experimentar.

La cuestión importante no radica en estar inmerso en cualquiera de estas películas, sino en ser o no consciente de que se está ahí. Vivir a través de cualquiera de ellas es correcto, pero siempre que sepamos que es una proyección de La Esencia, y busquemos la modalidad que nos permita la expresión que elijamos. Es decir, tú elijes qué expresar, y para ello escoges el medio (situación) que deseas.

Eres potencialmente Libre. Sé consciente y lo serás realmente. Nada te afecte.

Pero siempre, elijas lo que elijas expresar, a través del modo que lo hagas, ya sea mediante la forma o directamente en la Esencia, recuerda que ambas son interdependientes.

Cuando sientas presión en la vida, cuando estés sufriendo, cuando lo estés pasando mal en una situación, lleva tu conciencia a La Esencia, y te sentirás liberada. En el momento en que puedas vivir una situación desde la consciencia de que es una proyección autocreada, ésta perderá el sentido de “ser” y tenderá a desaparecer.

Cuando estés en una vivencia, pregúntate, ¿qué estoy expresando? Entonces, si es negativa, habrás salido de ella sólo con ésta reflexión, y si es positiva, si es una proyección limpia de la Esencia, te invadirá la plenitud y será aún más bella, porque tu consciencia abarcará desde la forma hasta la Esencia.

Y ésta es la clave de éste Conocimiento mostrado.

Ojalá haya logrado comunicarlo, y podamos, teniendo consciencia de ello, vivir libremente y feliz tanto dentro de las películas que se intercalan entre el “yo” y la Esencia como en el recorrido desde la expresión de ese “yo” hacia la Esencia misma, y allí, al fin, nos sumerjamos para lograr Ser Quienes Somos.

Y nos encontremos, pudiendo ver desde la misma Consciencia de la Esencia, lo irrisorio de todo lo que nos estamos tomando tan en serio y es, simplemente, proyección ilusoria.



Graciela Bárbulo
02/10/13